El wolframio es un metal más precioso que el propio oro. Su valía radica en que no se encuentran yacimientos con facilidad y en que es muy codiciado por las industrias militar y espacial. Por su parte, el uranio es utilizado por la industria nuclear.
El primero de ellos se encuentra en un estado bastante puro en la salvajemente explotada Roșia Montană, pero parece ser que también se halla en otras zonas montañosas de Rumanía, como el macizo Retezat (pico Peleaga), aún por explotar.
El segundo metal se encuentra en cantidades abundantes en Afganistán, en los montes Khwaja Rawash, al norte de Kabul, y Koh Mir Daoud, en la provincia de Kandahâr. No es casualidad que este maltrecho país, rico también en otros recursos naturales como hierro, cromo, plata, sulfato, magnesio… fuera primero objeto del deseo por parte de los soviéticos, para serlo más tarde de los americanos.
Parece, pues, que Afganistán tiene la supremacía mundial en materia de uranio, al igual que Rumanía la posee en materia de wolframio. Ninguno de ellos, en cambio, se ha beneficiado de este regalo de la Naturaleza, siendo el expolio consentido en un caso y forzado en otro.
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