1 nov 2012

El fuego de Sumedru

Es curioso como en esta pequeña y diversa Europa encontramos semejanzas de un extremo a otro. Con certeza estas tradiciones, de un parecido sorprendente, son el fruto de una raíz común que hay que buscar en la noche de los tiempos, en la Europa pagana previa al cristianismo. El calendario ortodoxo celebra San Demetrio, una festividad de importancia mayor, el día 26 de octubre. Demetrio, conocido popularmente como manantial de mirra, fue un gran mártir cristiano que vivió en Salónica en época de los emperadores Maximiliano y Diocleciano. Los cruzados de la Edad Media adoptaron a este santo como patrón, al igual que a San Jorge. 
En algunas zonas remotas de la Rumanía rural, la víspera de San Demetrio es esperada con ardor para su celebración. El pasado 25 de octubre tuve la oportunidad de remontar el tiempo y acudir a una de estas festividades. ¡Quedé prendado de un marco tan conmovedor!
uno de los fuegos por Sumedru
Nada más caer la noche, que en este periodo del año es sobre las 6 y media de la tarde (justo unos días antes del cambio de hora), se encienden fogatas por doquier. Cada una de las aldeas (“cătune”) que conforma el pueblo pretende que su hoguera sea la mejor, y para ello ha de ser gigantesca; para que pueda ser vista a gran distancia desde las aldeas colindantes.
Todos los vecinos del pueblo, algunos de ellos trajeados para la ocasión, se dan cita junto a estas tradicionales fogatas y traen consigo toda clase de manjares. Según me cuentan, antiguamente la gente venía con patatas y peras hervidas, nueces, “covrigi” (galletas saladas en forma de lazo) y “gogoși” (una especie de donuts) caseros, además de mosto y sidra.
En la actualidad, quizás por esta crisis que vivimos o por una comodidad tan dañina como la anterior, los habitantes de la aldea se dan allí cita con “covrigi” comprados y con galletas de algún supermercado. Lo único que no falta hecho a mano es “țuica”, el aguardiente típico rumano, con el que algunos se emborrachan antes de apagarse el fuego.
Lleva un buen rato hasta que cada vecino se saluda e intercambia los alimentos de su cesta con todos los presentes en aquel claro. ¿Y tú de quién eres, mi niño? - me pregunta una anciana. Otro me da unos “covrigi” mientras me pregunta lo mismo de una forma más diplomática: A usted no le conozco pero de cualquier manera ¡felicidades! Y ahora… si me hace el favor de decirme quién es… para saber a quién he tenido el gusto de darle un “covrig”. Nadie espera algo a cambio por mi parte, lo cual es un alivio, ya que he venido con las manos vacías.  Y de repente, sin saber muy bien cómo, me veo allí entre un corrillo de hombres curiosos hablando y bebiendo al resplandor de la hoguera. Y lo de beber no es precisamente para entrar en calor pues, a pesar de ser una de las primeras noches gélidas de la temporada, la inmensa fogata, alrededor de la cual se desarrolla la escena, emana bastante calor. 
covrigi
Después de unos momentos, espontáneamente, algunos adultos empiezan a cantar. Los demás siguen a coro. Y no lo hacen por el alcohol consumido, sino más bien guiados por un fervor e inocencia infantil que resulta muy de apreciar en estos tiempos. Esto es lo que recitan:


Hai la focu´ lu´ Sumedru (Vamos al fuego de Sumedru – abreviatura de San Demetrio)


a pârlit Dumitru iedu´ (Demetrio ha asao el cabrito)


și Ileana Cosânzeana (y que Ileana Cosânzeana – personaje popular de cuentos)


sa se audă pe Mâzgana (sea oida en la Mâzgana – nombre del valle donde presencié esta celebración).


Me habían comentado que la gente saltaba por encima de este fuego de Sumedru para ahuyentar los malos espíritus y para tener buena suerte en el año entrante (como no estamos en la Nochevieja, supongo que la tradición hace referencia al periodo inmediatamente siguiente, que en el campo suele una estación muerta tras la recolección de la uva y la elaboración de “țuica”). Sin embargo, una hoguera tan enorme no hay por donde atravesarla, a no ser que uno tenga tendencias suicidas. Así que habrá que ir en búsqueda de mejor fortuna por otros lares.
El día de San Demetrio queda muy próximo a la festividad de Todos los Santos, el 1 de noviembre según el calendario occidental. La víspera de este día es conocida como noche de difuntos o noche de brujas (Halloween es una contracción de “all hallows´ eve” o víspera de Todos los Santos). Podemos hacer fácilmente el paralelismo entre lo relatado y esta conocida fiesta anglosajona, de origen celta.
En definitiva, asistí a un espectáculo hermoso al tratarse de algo no institucionalizado. Algo con la pureza propia de las cosas simples, carente de la falsedad de un mero reclamo para el turismo. En fin, algo de lo que no se puede obtener un beneficio material. La sensación que tuve fue la de absoluta autenticidad y de que todo ahí se desarrollaba de la forma más natural posible, con la única jerarquía de lo que mandan los cánones mantenidos a través de los siglos en cada comarca.

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