16 jun 2014

Oltenia

Una tierra por la que, la mayoría, pasa con prisas. Una tierra de casas viejas, hechas de barro, dispuestas a regresar a la tierra de donde proceden. Y las tierras agrietadas profundamente por la sequía bajo el aire hirviente del verano.
Y he vuelto a ver estas tierras al comienzo de este otoño viniendo de las montañas. No me ha sorprendido que Brâncuși eligiera levantar en Târgu Jiu la “Columna” para la memoria de los caídos en la Primera Guerra Mundial. Así como no me sorprende la sencillez y el buen gusto de los panes de pueblo horneados: Quién no los haya probado puede ir a hacerlo...
Según los criterios del mundo moderno, Oltenia no será nunca un lugar muy buscado. Así como tampoco Rumanía se encontrará en la élite de los lugares más maravillosos del mundo.
Y he pensado, conociendo un poco esta Oltenia, en cómo va a cambiar el panorama con el puente que dicen que se construye entre Calafat y Vidin. Me imagino hileras interminables de camiones pesados cabiendo por esos caminos tortuosos. En cierto modo, para Oltenia este puente es un ancla personal con la Unión Europea. Y como tiene un paseo peatonal, tengo ganas de atravesar las fronteras como dando un paseo. Y, evidentemente, creo que no están lejanos los tiempos en que todos entenderemos que vivimos en un pueblo mundial.

Traducido de un texto original de Alina Sârbu

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