1 mar 2015

La antiquísima tradición balcánica del primero de marzo

Ha llegado la maravillosa primavera, la Naturaleza se despierta para una nueva vida y las flores son las primeras que nos avisan de su llegada. El cielo ahora es más claro y azul, el sol con sus rayos brillantes acaricia la tierra que parece despertar de una larga siesta.
A la primavera se le podría adjudicar un espíritu adolescente, anunciándose con sus brotes pero aún sin saber cuál es su camino. Esta estación del año siempre nos sorprende aunque creamos que la conocemos.
La primavera es tiempo de nacimiento y renovación. Dejamos atrás el invierno y nos preparamos para disfrutar del amplio abanico de posibilidades que nos ofrece. La Naturaleza se viste de verde e inunda de aromas frescos  y vivos colores todo lo que toca. Aprovecha su impulso vital para renovarte por dentro... y por fuera.
Y con la venida de la primavera tiene lugar la hermosa tradición del "mărțișor" en Rumanía, llamada "martenitsa" en el país al sur del Danubio.
Su nombre proviene de la palabra marzo y se trata de una tradición pagana muy antigua, milenaria según han demostrado algunas investigaciones arqueológicas, cuyas raices serían tracias (aunque podrían ser igualmente helénicas o incluso romanas).
Por tanto, estamos ante una celebración tradicional de culto a la Naturaleza, propia de sociedades agrícolas primitivas, que tiene como razón de ser conmemorar la llegada de la primavera, el renacimiento y el amor.
Cada 1 de marzo nos regalamos amuletos que elaboramos o bien compramos. Los amuletos consisten en enlazar dos cordoncitos de color rojo y blanco con la siguiente simbología:
El rojo representa el amor y toda la belleza, mientras que el blanco simboliza la pureza. También significan la primavera y el invierno, respectivamente.
Estos talismanes protegen contra los malos espíritus y algunos de ellos tienen incorporadas pequeñas figuras en forma de sol, estrellas, flores, hojas, abejas, corazones, herraduras...
El intercambio de amuletos es una muestra de cariño, amistad y respeto. Una hermosa tradición rumana, búlgara, moldava, macedonia y albanesa que festeja la alegría que supone la llegada de la primavera después del duro invierno característico de estas zonas.
Según el folklore, el "mărțișor" se ha de llevar todo el mes de marzo en la muñeca, a modo de pulsera, o como colgante junto al pecho, amarrado a la ropa.
En la Moldavia rumana son los hombres los que lo reciben de las mujeres, en tanto que en el resto de Rumanía son los caballeros quienes se los regalan a las damas.
En Bulgaria y la república moldava la tradición va un poco más allá. Allí es frecuente ver los árboles en flor con decenas de hilos rojos y blancos colgando de sus ramas. Es ésta una curiosa manera de desprendernos de nuestra "martenitsa", que se lleva a cabo en Bulgaria una vez hemos visto la primera cigüeña del año o, en el territorio exsoviético, cuando los árboles frutales han empezado a florecer. Y si pedimos un deseo mientras atamos el entrelazado rojiblanco del arbol escogido, sin duda acabará cumpliéndose. 


La lucha de la primavera con el invierno

El primer día del mes de marzo, la hermosa Primavera salió del bosque y observó como, en un claro, junto a un arbusto de endrino, estaba brotando de bajo la nieve una campanilla. Ella decidió ayudarla así que comenzó a echar la nieve a un lado y a quitar las ramas espinosas.
El Invierno, al ver ésto, se puso furioso y llamó al viento y al hielo para que destruyesen la flor. 
La campanilla quedó congelada al instante.
La Primavera entonces cubrió la campanilla con sus manos, pero se hirió en un dedo por culpa de las zarzas. De su dedo se derramó una gota de sangre hirviendo que, al caer sobre la flor, ayudó a que ésta renaciera.
Así fue como la Primavera venció al Invierno y los colores del "mărțișor" simbolizan la sangre roja y la blanca nieve. 




6 nov 2014

Leyendas de Kaliakra

Kaliakra es un cabo de la Dobrudja meridional, de sobra conocido por los ornítologos al ser un importante punto de paso de las aves en sus rutas migratorias entre Africa y Europa del norte y del este. En primavera y otoño se pueden observar allí muchas especies raras de pájaros migratorios, así como otros poco comunes que habitan todo el año en sus costas. Desde esta reserva natural se pueden además observar delfines y cormoranes.


Probablemente, la leyenda más popular sobre este lugar es la de las 40 muchachas búlgaras, que prefirieron atarse todas los cabellos y saltar juntas al mar Negro ante la perspectiva de ser apresadas por los otomanos. Un obelisco dedicado a esta leyenda está situado a la entrada del cabo, que lleva por nombre "Puerta de las 40 Damas".

Otra leyenda trata de Lysimachus (Lisímaco de Tracia), un sucesor de Alejandro Magno, que se apoderó del tesoro real con la intención de huir a Kaliakra, pero murió durante una gran tormenta que hundió toda su flota.


La última leyenda narra la historia de San Nicolás, patrón de los pescadores. El santo estaba huyendo de los turcos y Dios hizo la tierra más y más larga para que pudiese escapar. De esta manera, aunque finalmente fuera capturado, se formó el cabo de Kaliakra. Una pequeña capilla construida en el año 1993 simboliza la tumba de este martir. Pero igual que a lo largo de la historia las gentes de a pie, los reyes y hasta a veces naciones enteras se han convertido de una religión a otra según interesaba, en muchas ocasiones son las leyendas las que se acaban transformando. Así, durante la época del Imperio otomano cuentan que existía en ese mismo lugar una especie de ermita donde vivió un derviche (monje místico musulmán) encargado de guardar las reliquias de Sari Saltik, pensador turco de la orden Bektashi y personaje legendario para el Islam al haber propagado la fe musulmana a través de los Balcanes. Se dice que su cuerpo fue enterrado en siete ataúdes, cada cual en un sitio remoto de tierras infieles. Por tanto, que el estratégico cabo de Kaliakra sea (junto a Mostar, Krujë o Nicea) uno de esos lugares elegidos parece lógico y a la vez lleno de simbolismo. No obstante, si fue San Nicolás una adaptación de éste o viceversa es algo dificil de asegurar. 



21 ago 2014

Homenaje a Erzsébet Báthory

El 21 de agosto de 1614 moría a la edad de 54 años Erzsébet Báthory en el castillo de Čachtice, cerca de la actual Trenčín (Eslovaquia). Queremos pues rendir desde aquí nuestro pequeño homenaje a esta dama, a la que no creemos en absoluto merecedora del lugar infame que ocupa en la Historia, al cumplirse el 400 aniversario de su fallecimiento.
La célebre “condesa sangrienta”, a menudo comparada con Vlad el Empalador de Valaquia, fue de hecho una mujer adelantada a su época. Perteneciente a los Erdély, una de las familias nobles más antiguas de Transilvania, recibió una educación que superaba con creces a la de muchos varones con los que era contemporánea. Hablaba un perfecto latín, además del húngaro y el alemán. En contraposición, el propio príncipe de Transilvania era prácticamente analfabeto, así como la mayoría de la nobleza húngara, cuyos representantes masculinos pocas veces sabían leer o escribir. No es de extrañar que una mujer así resultara incómoda y terminase cayendo victima de intrigas políticas y religiosas. 
Báthory  es un ejemplo más de  personaje histórico, parte de una Historia siempre escrita por los vencedores.